Politicamente (In)Correcto I
Qué pesadez ser politicamente correcto! Han llegado los días en dónde es muy mal visto casi todo, y en especial la mirada.
Las mujeres cargan su feminismo a flor de piel y se la pasan analizando hasta las comas mentales de nuestro vocabulario para asestar un golpe castigador a la menor provocación verbal. Maldito de aquel que le diga "vieja" a una mujer y más maldito del que se atreva a hacer un comentario sobre un par de hermosas nalgas o unas tetas inolvidables en presencia de las féminas.
Ante tal mundano atrevimiento, te juzgan y te condenan y el seguro veredicto final de su microjuicio (sin derechos humanos que nos defiendan) es tu permanencia perpétua en la celda de los despreciables macho-retrógradas .
Como si fuera una perversidad perder la mirada ante el contoneo de un trasero firme y redondo que además tiene forma de corazón.
Vivimos guardándonos la mirada y las palabras para cuando nos juntamos con los otros retrógradas machos, los cuales , dicho sea de paso, somos todos iguales (feminista
dixit).
Lo paradójico del asunto es que las mujeres viven obsesionadas por el tamaño y el acomodo de sus tetas y de sus nalgas.
Es común que utilicen espejos de cuerpo completo en sus recámaras para detallarse por enfrente y por detrás con esmerado cuidado todo lo que el reflejo les muestra, para así tratar de exaltar -algunas lo consiguen y otras no- sus curvilíneos atractivos naturales o los que fueron científicamente modificados por aquellas que tiene la fortuna de tener fortuna para gastar en alcanzar su propia vanidad.
Cuando una mujer se compra ropa, básicamente son dos preguntas, además del precio, las que la hacen adquirir o no una prenda. La primera es , cómo se me ven las tetas? y la segunda es, cómo se me ven las nalgas?
Si la situación es tal, por qué tanto desprecio hacia aquel que aprecia todo ese esfuerzo femenino? No lo se.
La vida es así de paradójica y las mujeres todavía más. Yo por lo pronto me dispongo a mandarme hacer un par de camisetas para ahorrarles las críticas y las maldiciones a todas esas feministas a flor de piel. Dichas prendas que portaré gustoso dirán:
Sí, soy bien macho y qué!
y la otra:
Vieja, por qué soy tan politicamente incorrecto?
Ahora sí, que empiece la crucifixión..