back in town
Tres lugares fueron mis últimas huellas por el centro del país: la sanmiguelada, el festival de comerciales del mundo de nombre Publívoros y un cálido lounge guanajuatense llamado El Santo en dónde conocí a la pareja de entusiasmados que lo abren y lo cierran y dónde conocí también una cerveza alemana llamada Krombacher, que recién acaba de ingresar en mi top 5.
De los tres lugares conservo buenos recuerdos y planes futuros.
Ahora estoy de vuelta y tengo que trabajar algunos tracks abandonados y muero de ganas por pasear por el malecón de playas de Tijuana, mi malecón.
Hace rato me recriminaba el hecho de ser un ser que vive en un loop eterno y definido: no me gusta ningún deporte, los detesto a todos por igual (aunque alguna vez pasaba todas las tardes de mi infancia y pre-adolescencia jugando raquetball hasta que llegué a ser campeón estatal. Después algo pasó y lo abandoné por siempre). Cuando compro los periódicos, lo primero que hago es tirar a la basura la sección de deportes. Aunque me gusta el cine, es rarísimo que vaya al cine o que rente películas. Ni siquiera he comprado un DVD para verlas. Hace apenas un año compré una videocasetera y creo que la he usado tres veces.
Soy un consumidor de información y me apasionan muy pocas cosas: escuchar música, hablar de música, hacer música. También me apasionan los aparatos electrónicos para crear música (sintetizadores, cajas de ritmos, samplers, módulos de efectos, módulos controladores etc). Me gusta leer, últimamente he leído más ensayos sociales que otra cosa; en el pasado, la Poesía, sobre todo la portuguesa, tuvo un lugar preponderante y definitivo en mi existencia. Me confieso un consumado bebedor social (cerveza y vino tinto unicamente). Me encanta la buena mesa, los sabores y olores de un platillo recién descubierto son una celebración en sí misma. También de vez en cuando disfruto de un buen puro. He aprendido a apreciar el trabajo de algunos diseñadores gráficos y la manipulación de imágenes en tiempo real de los Vj´s con los que me he topado. Me emociona lo que hacen, aunque soy un ser incapaz de dibujar siquiera una casita o un croquis de manera aceptable.
No se nada de autos, ni de motores, ni quién metió el último gol, ni se quien es el campeón. Tampoco se de series de televisión, no veo telenovelas, ni comedias, ni programas de concursos o chismes. Leo revistas que casi nadie lee (Sound on Sound, Computer Music, Future Music, Wire (no wired), Keyboard y Electronic Musician). No me gustan las bodas, ni los bautizos, ni las presentaciones de libros, ni las "performas", ni las pasarelas. No se de ropa de moda (la única moda que conozco son las camisetas que hacen mis amigos y que luego me regalan). No creo que los centros comerciales sean la representación del diablo sobre la tierra, como opina Saramago, pero debo confesar que me aburren y no acudo a ellos más de una vez al año. No se de productos de belleza, hasta hace poco me di cuenta que la crema que he utilizado por años para untármela en la cara después de bañarme, es una crema para el cuerpo. Ni siquiera había caído cuenta que había cremas para el cuerpo y cremas para la cara. No se de HTML y hasta hace poco aprendí a encender el boiler (pero tuve que leer cuidadosamente el instructivo adjunto). Después de ésta hazaña reflexioné sobre el hecho de que casi todo lo que he aprendido hacer en la vida, lo he aprendido con un manual de instrucciones. Me entiendo bien con los instructivos. Si me dan un buen manual soy capaz de aprender a generar y controlar energía nuclear, lástima que no todo en la vida, tenga un manual de instrucciones, sobre todo algunas mujeres...
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