En Xalapa
Sigo acà, las mañanas son lluviosas y llenas de mùsica. La marimba se escucha por las calles, entre el caminar de la gente y el asombro de los turistas como yo. Ahora me hospedo en el hotel Plaza, un hotel barato y cèntrico, acà no creo que el snob de Fuentes ponga un pie, el hotel està a unos pasos del famoso restoràn La Sopa, en donde por 25 pesos acabo de comer sopa de chìcharo, espaguetti a la mantequilla, carne xalapeña, agua de arroz y una gelatina, acompañado de tortillas de maìz hechas a mano.
Anoche asistì a un minifestival de jòvenes jaraneros y confirmè una vez màs que la mùsica popular, es la que verdaderamente refleja el sentir de un pedazo de tierra. Sin la mùsica popular la vida serìa demasiado hermètica y triste. Una jarana, un requinto, un violìn y una caja de madera que genera ritmos a base de palmadas, son suficientes para darle alegrìa a cualquier ingrato.
Me gusta que la mùsica estè montada sobre las banquetas. Siempre he pensado que la mùsica debe estar en las calles, ese debe ser su ambiente natural, y me refiero a toda la mùsica, desde la mal llamada mùsica clàsica, hasta la mùsica electrònica. Sueño con ver el dìa en que camine por las calles de una ciudad y escuchar distintos ritmos, instrumentos, acordes y sonidos de una avenida a otra. Creo que èste podrìa ser el remedio contra el enfado y las congestiones callejeras. Ningùn ser humano puede ser inmune a la felicidad que provocan una serie de notas y un puñado de sonidos. Quizà sea èsta tambièn la soluciòn a la violencia o por lo menos un paleativo contra el enojo y el coraje que a veces nos invade y no nos suelta.
Quiero vivir en Ciudad Mùsica...
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