lunes, noviembre 01, 2004

biografía autorizada

esta es mi biografía que aparece en el libro, Paso de Nortec -this is Tijuana-:

Y todo empezó con Camilo Sesto. Era el año de 1975 y recuerdo que mi madre no quitaba el disco de grandes éxitos del divo español, al poco tiempo me encontraba yo cantando una a una todas aquellas confesiones de amor, deseo y pasión que realmente no entendía del todo, pero que igual disfrutaba emocionado. Ese fue mi primer encuentro con la música pop y con la pasión amorosa. Nada que yo hubiera conocido o experimentado a esa corta edad, había producido en mi, tanto placer.
Fue 1977 cuando descubrí, gracias a mi vecina que siempre estaba "a la moda", que existía un grupo que se llamaban los Bee Gees, que cantaban música pop como "castratos" de otra época y ante tal exótica propuesta, le pedí a mi madre que me comprara el Saturday Nigth Fever, el cual se convirtió en el primer disco realmente mío y me obligó a tomar clases de inglés para tratar de descifrar dichas canciones, cosa que hasta el día de hoy todavía no descifro del todo.

Ya cursando la primaria era yo el encargado de llevar la grabadora y los casets a las fiestas escolares, yo me encargaba de amenizar la mañana con canciones grabadas de la radio AM (migthy 690). El repertorio incluía un variado coctel que iba desde: funky town, love to love you baby, YMCA y todos esos delirios sonoros de la música disco.
Recuerdo también que en esa época (1978-1980) me compraron mi primer Atari y pasaba mis tardes pegado al televisor (porque antes los videojuegos se conectaban al televisor) y así transcurría horas escuchando los sonidos electrónicos que salían de juegos como: Space Invaders, Ping-Pong y posteriormente, el Asteroids y el Pac-Man. Fuimos la primera generación que vivió y convivió con los videojuegos y con esos fascinantes sonidos provocadormente futuristas.
Esta situación particular, nos diferenció de sobremanera de la generación anterior a la nuestra y hasta de los que apenas tenían 10 años más que nosotros. Fuimos los primeros niños que nos empezamos a acostumbrar a las interfases, a los monitores y a los sonidos sintéticos. Ese fue el principio de lo que sería el resto de nuestras vidas: "la vida es llena de cables/ así vivo yo..."

El principio de los 80's trae consigo el más amplio repertorio de sonidos que gestarían nuestras futuras pasiones. Tenía yo 12 años cuando jugando futbol americano en un terreno baldío cerca de casa, un vecino se acerca con el autoestéreo a todo volumen mientras sonaba la canción "electricity" de OMD. Recuerdo sentir la más grande fascinación, nunca antes mis oidos habían escuchado nada igual. Ese fue el salto de trampolín en el cual todavía sigo volando.
Al poco tiempo descubrí el "tour de france" de Kraftwerk, mientras New Order se apoderaba de todas las fiestas con "blue monday",
Depeche Mode sonaba a diario en la radio FM (91X) con "just can't get enough", mientras la cargada gay electrónica lograba colarse en las listas europeas con proyectos como: Bronsky Beat, Visage y Soft Cell. Eran los tiempos del electrorock de Ultravox y del "music-performance" de Fad Gadget que nos hacía ver que todos éramos: "Collapsing new people". Después llegaron los consejos sexuales a la electrónica con Frankie goes to hollywood y el impresionante tema de: Relax -don't do it-. También apareció el primer grupo electrónico mexicano que escuché y que me sigue pareciendo fascinante: Casino Shanghai. Al poco tiempo Jorge Reyes inauguraba el etno/newage y hacía revuelo en europa.

Fue esta la época cuando empiezan a fluir (por obra de un reducido séquito) los discos electrónicos de la llamada Movida Española. Grupos como Esplendor Geométrico, El Aviador Dro, Azul y Negro, Heroica y La Dama se Esconde. Tardamos poco en digerir en bondadosos bocados, todo el catálogo de la 4AD y sus experimentos sonoros electro-acústicos. La violencia sublime de Wax Tracks lidereada por Mr. Al Jourgensen y sus primos canadienses de Skinny Puppy y Severed Heads, los australianos de SPK, y los belgas Front 242. Pasamos del tecno pop a la música electrónica industrial en cuestión de semanas y cuando pensábamos que "la vida no vale nada" en lugar de escuchar a José Alfredo Jiménez, poníamos el "it will end in tears" de This Mortal Coil o el "secrets of the beehive" de David Sylvian, el cual no era tan perturbador al corazón, pero era el soundtrack perfecto para un domingo nublado.
Así empezaron nuestras fascinaciones por los equipos electrónicos que producían sonidos nuevos: los sintetizadores, las cajas de ritmos, los samplers, y las computadoras para hacer música. Pasábamos (y todavía pasamos) horas platicando de todo ese maravilloso equipo que anunciaban las revistas como: Keyboard, Electronic Musician y más recientemente, Sound on Sound, Computer Music, Future Music etc. Mientras nuestros compañeros de generación se emocionaban con autos, motores y pistolas (somos de la misma generación que los afamados "narcojuniors") nosotros vivíamos en "un mundo raro" de bits y bytes, en un mundo de sonidos nuevos. Los 80's fue la década en que compramos nuestros primeros equipos para hacer música y cuando nos convertimos en nerds sin darnos cuenta. Nuestras conversaciones habituales empezaron a verse invadidas por los términos como: midi, analógico, sampler, frecuencia, filtros, osciladores, secuenciadores, etc.

Los noventas significaron una apertura en mi horizonte musical, fue cuando descubrí que el Tango no sólo era Gardel y suspiré con el bandoneón de Piazzolla, también aprendí que el bossa nova era más que un ritmo pre-seleccionado de los teclados Casio y asi me enamoré sin darme cuenta, de Astrud Gilberto y de los acordes de Jobim. Al mismo tiempo Massive Attack, Tricky, Rony Size y Portishead mantenían mis oidos en Bristol. Fue el momento en que todo lo que producía Compost Records me resultaba fascinante y fue también cuando descubrí que había una ciudad alemana que se llamaba Colonia, de donde parecía surgir todo lo más novedoso en electrónica.

Aprendí a llevar la ciudad bajo las uñas, a recorrer las calles de ciudad T, a excederme en las cantinas y a fascinarme de lo que todo mundo pretende echar bajo la alfombra. Fueron los 5 años en que me la pasé metido en un tugurio de la Plaza Santa Cecilia (la patrona de los músicos), en la misma mesa, en la misma silla, escuchando fascinantes reseñas de libros, diálogos inconclusos y pasiones varias. Allí en el Bar El Patio (al que todos llamábamos, El Turístico) me encontré con la música norteña, con la música de tambora y entre "tragos de amargo licor" también me reencontré con Camilo Sesto. Y sin darme cuenta, había dado un loop completo, un Loop Eterno. Mi vida era toda "serenidad y desasosiego" hasta que apareció Nortec para cambiarlo todo.



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