Back home norteño
Regresando de Monterrey contento. Cabrito, música, caminatas, cerveza y el re-encuentro con la ciudad mexicana a la que más me gusta visitar.
Llegando dejamos las maletas en el hotel y nos fuimos directo al Rey del Cabrito, en donde la noche pasó entre cerveza Indio y pechos de cabrito a las brasas. De allí fuimos a la zona de Barrio Antiguo visitando distintos antrillos de dudosa factura musical y viendo sin lugar a dudas a muchos de los más hermosos especímenes femeninos que tiene este México de la modernidad. Siempre he pensado que Monterrey es en infraestructura y orden urbano, lo que Tijuana pudo haber sido si alguién la hubiera planificado o tan siquiera imaginado. Monterrey al igual que Tijuana es una ciudad con intensa vida y movimiento y con gente norteña como habitantes, es por eso que me identifico mucho con ella. Monterrey es para Tijuana como la prima bonita y buena que siempre deseó desde que se la presentaron.
Esa primera noche terminamos en el Bar Iguana, un lugar de Barrio Antiguo en el que he tocado un par de veces. Allí andaba, como siempre, El Fony atendiendo el changarro como desde hace catorce años.
Todo bien con Monterrey. El concierto no me agradó del todo, era un espacio demasiado grande, la Arena Monterrey del Parque Fundidora y en ese tipo de espacios se pierde mucho el contacto con la gente y regularmente el sonido es más bien malo y rebotador. Así fue.
El domingo nos cambiamos de hotel y paseamos por el tianguis del puente del Papa, un conglomerado de miles de puestecillos bajo toldos de plástico en donde te venden absolutamente todo lo que puedes necesitar y lo que no. De allí visitamos algunas cantinas de la zona que está frente a la Central Camionera, pero como era el medio dia, estaba muy hardcore para la hora y mejor nos fuimos de nuevo al Barrio Antiguo. Recorrimos un tianguis artistoide que se pone en la calle en donde por mera casualidad me encontré con el primer disco de Jorge Reyes (a la izquierda del colibrí) en vinilo, una joyita musical electro-mexicana de 1986 muy dificil de conseguir. Así me pasé el dia, cargando con el hallazgo redondo de 12". Nos metimos a una barra tipo pub inglés y pasamos la tarde platicando del universo planetario mientras las Heineken fluian y fluian.
La mesera decidió acompañarnos cuando nos marchamos del lugar y terminamos en un barecillo frente a lo que fue el Cadaqués, en dónde pusieron dos discos de nortec completos, mientras hablábamos de la vida y la muerte y la mesera nos leia la mano y nos decía lo mal que estábamos en este mundo de sangre y pasiones.
Todo bien en Monterrey. Siempre da gusto volver....
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