entretanto
Re-encuentros en estos dias.
Me la he pasado escuchando obsesivamente música de Miles Davis y de Joy Division. De primera nada en común, después de un rato la genialidad los empata. Mi hermano me regaló el disco Bitches Brew de Miles Davis que nunca antes habia escuchado y hoy no me cabe la menor duda de que este disco marca un momento histórico para la fusión musical y todo lo que vino después del supuesto purismo musical contemporáneo (casa que nunca existió realmente, pero que muchos defendieron comun un dogma). Antes de este disco, habia disfrutado incanzablemente una y otra vez el album que Miles Davis grabó para una película francesa, el cual se tituló Ascenseur pour L'échafaud. Un disco tan hermoso como imprescindible, si es que hay tal cosa como un disco imprescindible. Esta joyita del jazz me la presentó por primera vez, mi maestro Raúl Rincón hace ya varios años, cuando solíamos buscar cada domingo algún amplificador vintage o una casetera Nakamishi de segunda mano en los swap meets de la 5 y 10 y de Otay. Antier visité a mi maestro y estuvimos escuchando a Ornette Coleman mientras él bebía vino tinto francés (tiene un desprecio especial por los vinos mexicanos) y yo bebía cerveza helada para apaciguar el calor que en estos dias transpira por la ciudad. Hoy como ayer fui a la Terraza Vallarta a tomar cerveza y ver el mar y escuchar música norteña. Pocas cosas tan sublimes como esa.
En mi estéreo suena el Unknown Pleasures de Joy Division y mi cabeza sale disparada hasta el Manchester imaginario de mi adolescencia. La ciudad-sueño, la ciudad-deseo, la ciudad-gris, y anticipo con la angustiosa felicidad de una quinceañera, la película que vendrá a rendirle un tardío pero merecido homenaje a la banda de música más influencial de los ochenta: Joy Division.
Mientras escribo esto suena la canción transmission:
Radio, live transmission.
Listen to the silence, let it ring on.
Eyes, dark grey lenses frightened of the sun.
We would have a fine time living in the night,
Left to blind destruction, Waiting for our sight.
And we would go on as though nothing was wrong.
And hide from these days we remained all alone.
Staying in the same place, just staying out the time.
Touching from a distance, further all the time.
Dance, dance, dance, dance, dance, to the radio.
Well I could call out when the going gets tough.
The things that we've learnt are no longer enough.
No language, just sound, that's all we need know:
to synchronise love to the beat of the show.
And we could dance.
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