viernes, octubre 22, 2004

Nortec cimbra la Alhóndiga

La música electrónica del colectivo tijuanense encendió el ánimo del público

Juan Solís/Enviado
El Universal
Jueves 21 de octubre de 2004


GUANAJUATO.- Señoras apesadumbradas, edificios verdes, rojos, vaqueros con pistola, bigotones que vigilan, horarios en las garitas, manufactureras, gente que camina, que va, que regresa, una mujer blanca y desnuda, tendederos multicolores, en el fondo de mi alma hay un suspiro, ya jamás se supo nada, y la música que no cesa.... ¿Qué onda Compas? This is Tijuana .

Es la "ciudad T", la que no se parece a nada, ahí "donde mejor se cumplen tus peores deseos". Y estos son sus sonidos. Puro ruido, sampleos construidos in situ para crear la fiesta del espíritu electrónico en Guanajuato.

El colectivo Nortec llegó a tierras cervantinas para darle vida a un festival aletargado. Bastaron 20 minutos para que la Alhóndiga de Granaditas recobrara el espíritu incendiario que inauguró El Pípila y se convirtiera en un inmenso rave.

Desde las siete de la noche comenzaron a llegar hordas de chavos para acomodarse en las escalinatas de piedra. Los tubitos de luz flourescente que los vendedores ofrecen en el lugar se esparcían por la gradería, que en pocos minutos se vio saturada.

No faltó mucho para que los jóvenes iniciaran la danza incesante en toda la gradería de cantera y en una explanada en la que las sillas poco a poco mostraron su inutilidad. A los que les tocó madera optaron por la quietud para evitar riesgos. Y para poner el ejemplo estaba Ramiro Osorio, director del FIC, que con todo y saco bailó durante más de una hora y comenzó a quitar sillas en la explanada. Todo era una gran coreografía al ritmo de Tijuana for Dummies, Casino Soul, Esa banada, El novio, Polaris y Odisea 2000 , entre otras creaciones del colectivo bajacaliforniano.

En el festival en donde el rock está desterrado, la electrónica se incrustó como una especie de revancha genérica, una respuesta masiva y codificada a los documentos y los abajofirmantes, dueños del poder y de una miopía auditiva que se curará sólo con la venia de nuestra Señora de Guanajuato.

Dos horas después culminó el evento, en medio de la euforia y bajo la vigilancia de elementos de seguridad. Hubo lugar para un encore , que fue una especie de apoteosis. El discurso visual había terminado. Nortec había anulado con dos horas de eficaz y contundente discurso musical los cerca de 2 mil 542 kilómetros que separan a Tijuana de Guanajuato. ¿Cómo les quedó el oído, compas? This is Tijuana. ¿O qué?

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