viernes, septiembre 10, 2004

Hoy




Encontré una libreta de apuntes que me regaló una ex-novia en 1996. En la portada viene la imagen de Oscar Wilde y abajo dice "i have nothing to declare except my genius". Hermosa frase.

1996 fue un año difícil para mi. Ese año, el 16 de Enero, murió mi padre. De pronto tuve que cancelar mis planes de mudarme de ciudad para continuar mis estudios.

Había yo terminado la licenciatura en Economía y un posgrado en Comercio Exterior y Aduanas y me habían encomendado hablar en nombre de mi generación en el acto académico de despedida. Soy un apático en cuanto a convocatorias sociales se refiere. Sin embargo, mi padre estaba feliz por mi graduación y más que nada, por eso estaba yo dispuesto a asistir y hasta a pararme enfrente a despedir a los futuros buenos para nada con los que me gradué. Desafortunadamente, la muerte se llevó mi padre cinco días antes del acto acedémico y no asistí. De pronto tenía frente a mi, cosas mucho más importantes y obligadas que hacer en ese Enero del 96, como por ejemplo: enterrar a mi padre en su tierra, com alguna vez me lo pidió. Lidiar con abogados, bancos, contadores y con la honorable y tortuosa Secretaría de Hacienda.
La vida me dió un madrazo en la cara. Había pasado en cuestión de horas del imaginario plan de irme a estudiar una maestría al extranjero, a la vida real con miles de compromisos y sin tiempo de calentamiento. Meses de estrés me aguardaban en una oficina de la zona centro.
Afortunadmente desde los 19 años trabajaba y estudiaba. Eso me preparó un poco, sólo lo suficiente para que el madrazo no me tumbara de knock out, aunque debo confesar que sí me dejó tambalenado. Nada te prepara para la muerte de tu padre y mucho menos la responsabilidad de las finanzas familiares. De pronto me encontraba yo con una madre joven y un hermano a punto de ingresar a la universidad.
Creo que ya me colgué mucho en ésta anécdota, no pensaba yo hablar de esto, sino de la libreta de apuntes que re-encontré. Pues resulta que en la mentada libreta leo cosas que escribí en ese lejano 1996, entre otras frases cursis, las siguientes:

"soy el francotirador de mi propio destino"

"tengo la capacidad de matar a cualquiera a pedradas y sin embargo lloro al escuchar el concierto para piano No.2 de Prokofiev."


"somos parte de la generación que hipotecó su alma para obtener un crédito y acceder a la mediocridad"

"el cobarde que hay en mi, frena al asesino que llevo dentro"

"los recuerdos llegan siempre, como parientes inoportunos"


"debo ser mitómano para pensar que mi Dios tiene un par de piernas largas"

"en el laberinto hay voces en la ciudad hay luces"

"la única urgencia que tengo, es la de dejar todo para mañana"

"el ataud que guardaba mi último deseo, se enterró a si mismo"

Creo que esas frases resumen muy bien mi estado de ánimo en 1996. Un año después comienzo con el proyecto de música de Hiperboreal y creo que eso me salvó la vida. La música me ha salvado la vida varias veces...

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