viernes, mayo 23, 2003

Pasadena

De los lugares que conozco en Estados Unidos, creo que Pasadena es el único lugar en donde podría vivir medianamente feliz.
El clima es fantástico, las calles son limpias, y todo está a la vuelta de la esquina: librerías bares, tiendas de discos nuevos y usados, supermercados, restoranes de todos los lugares imaginables, tiendas departamentales, mujeres hermosas en bellos autos, gente a pie, gente haciendo ejercicio por las calles. Bicicletas que respetan las señales, perros que no ladran, cocineros en masa que salen de sus clases y un sentimiento de seguridad como el que se sabe al caminar desnudo dentro de tu propia casa..
Si fuera un poco más ingenuo, hasta juraría que el bello sueño californiano es verdaeramente real y éste se llama Pasadena.

Todo existe de sobra para todo el mundo "everything counts in large amounts", si quieres comer, tienes sesenta deliciosas opciones a diez cuadras a la redonda. Si quieres discos, existen quince opciones a la vuelta de la esquina, y si quieres ropa, te puedes volver loco toda una vida. La pregunta no es hay? sino, cuál?

Existe en Pasadena un aire de serenidad y elegancia que a pesar de lo sobrecogedor que resulta la ciudad, uno nunca siente las ganas de correr sino de deambular lentamente. De saborear con la vista cada uno de sus colores y de oler cada una una de sus sensaciones. Es una ciudad dónde en lugar de ver se observa, dónde el perderse no es una maldición, sino la oportunidad de descubrir nuevos parajes y scanearlos en la memoria de los bellos recuerdos.
Hasta las norteamericanas parecen bellas e inteligentes en Pasadena.

La semana pasada viví allá. Me levantaba las 10:00 am y me metía al estudio a mover botones de sintetizadores y cajas de ritmos ajenos lo cual proporciona el doble de hermosos accidentes que con los propios, después me bañaba y salía a comer en algun restorán cercano. La comida arménia tiene un nuevo lugar en mis predilecciones y reafirmé lo peligroso que puede ser tener el una librería Borders a tres cuadras de dónde uno vive. Pocas cosas en el mundo me hacen más feliz que una librería Borders de 2 pisos, la cual incluye una tienda de discos. Ahh! es en éste punto en dónde me declaro consumista empedernido de algunas pocas cosas (libros, revistas, discos) y olvido un poco las enseñanzas de Anne Klein y su No-Logo.
Por la noche volvía el anfitrión de su trabajo de gente normal y junto con otro buen amigo que nos acompañaba, salíamos a cenar platillos de algún pais exótico, y bebíamos sendas jarras de vino tinto mientras se hacían las tres de la mañana.
Volvíamos a casa y escuchábamos los discos recién comprados y comentábamos cada nota y cada beat contenido en ellos.
El gran ganador fue aux armes et caetera de Serge Gainsbourg, el cual es un, believed or not, disco de reggae de 1978, simplemente demencial y extraordinario. Sly and Robbie bajista y percusionista de Bob Marley participan en todas la canciones y Rita Marley hace los coros. Qué más puedo decir?
Escuchamos unos vinilos de M.L. Landín y comprobé lo mucho que amo a esa mujer y para rematar celebramos los 20 años de la aparición del Broken Frame, ese disco que tanto cambió nuestras conciencias. Ya montados en la celebración conmemorativa, desempolvamos el disco azul de esa misma época, el cual contiene una versión insuperable de my secret garden en vivo.
Entre nuevos discos y discos que teníamos años sin escuchar pasaron las horas, los recuerdos, los planes del futuro y las ganas de seguir viviendo como hasta ahora lo hemos hecho.
El dinero se terminó pronto pero los recuerdos durarán.

Pasadena siempre será una estación necesaria en el calendario.

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