Malos Vecinos
Me encanta la música, la vida ha sido mi testigo. Pero también me encanta el silencio y mi maldito vecino (el mismo que escupe cada vez que llega) no apaga el maldito estéreo a alto volumen en todo el maldito día. Todo por servir se acaba, decía mi padre. Y mi paciencia está apunto de quebrarse.
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