domingo, diciembre 01, 2002

La pasión es un sentimiento inpostergable y la resaca bien podría tardarse 100 años.

Allí vivía yo.

Hoy amanecí abatido, hice citas que no cumplí y aquí estoy encerrado esperando a que algo pase (como si fuera a pasar), mientras trato de descubir algún patrón que se repita en el emplaste del techo de mi cuarto. Me recuesto en la cama como quién hubiese corrido un maratón, cuando lo único que hice fue beber cerveza y comer inventos culinarios de dedoso origen árabe. Cada vez que escucho a los jungle Ites mezclar, invariablemente pienso en El General. Cada vez que voy al bunker del Cuarto Mundo, siento que paseo por calles extrañas, mientras salen a mi encuentro decenas de letreros que brincan a la ventana de mi auto, veo mucha gente que nunca he visto y me sorprenden distraído, baches nuevos que se esconden para aparecer justo cuando yo transito encima de ellos. Ya hasta he olvidado el nombre de algunas calles y todo me parece construido en una versión a escala de mis recuerdos.
Cada vez que subo la loma de Lomas, siento regresar a un lugar que no es el que anticipaba, siempre llego a un lugar que alguién construyó en su lugar.
Cuando se es niño todo parece más grande, eso ya lo sabía. Lo que me cuesta trabajo descifrar es el hecho de que cuando yo me fui de Lomas, ya tenía más de 20 años, entonces no comprendo nada.
Cuando bajo la loma de Lomas, en lugar de nostalgia, siento el alivio de acabar con el desconcierto. No se que será más verdadero, si ese lugar que encuentro cuando supuestamente regreso a las calles donde jugué de niño y donde hice el amor por primera vez o el lugar de mis recuerdos. Allí vivía yo.

eXTReMe Tracker