martes, febrero 06, 2007

Justine:

Justine fue el nombre de este fin de semana. Así se llama la novia del reportero francés Laurent Rigoulet que vino a hacer un reportaje sobre Nortec para la revista Telerama y así se llama la novela de Lawrence Durrell que había prestado hace algún tiempo y me fue devuelta. Como dijo Charlie Robledo (uno de los pilares de la música electrónica en México), cuando le mencioné que me la acababan de regresar: libro devuelto vale por diez. Y tiene razón!
Justine es parte de una tetralogía de novelas de nombre El Cuarteto de Alejandría. Ha sido sin duda, una de las novelas más entrañables, entretenidas y reveladoras de todas mis lecturas de ficción; tanto, que decidí administrármela en lentas dosis, como cuando se sabe que el tiempo a prisa se convierte pronto en recuerdo.
Justine la leí a mis veintetitantos años y cuando la terminé me dije: es mejor que no corras a comprar la siguiente novela del cuarteto, sino acabarás muy pronto con ellas como si fueran una cerveza, cuando en realidad son un buen vino. También justifiqué mi decisión pensando que alomejor veinte y tantos años no eran suficientes para disfrutarlas cabalmente. Así que decidí, como si supiera que iba a vivir tan siquiera un minuto más que ese momento, que las leería una a una, cada diez años. Hasta mis treinta y tantos leería la siguiente parte.
Como esa hora ya llegó, una tarde de esta semana iré a comprar Balthazar.

Algunas frases de Justine que tengo grabadas en la mente son:

Justine y su ciudad se parecen en que ambos tienen un sabor intenso, a la vez que les falta todo caracter auténtico.

sólo el amor puede sostenernos un tiempo más (frase que por cierto Spinetta robó espléndidamente)

me quedo como un naufrago en un iceberg

todos buscamos motivos racionales para creer en el absurdo

cuando habla con alguién, jamás mira a la cara. Rasgo que he advertido en muchos homosexuales.

Me siento como si el cielo estuviera pegado a la tierra y yo entre los dos respirando por el ojo de una aguja.

Si se quiere, la ninfomanía puede ser considerada como otra forma de virginidad.

Con una mujer sólo se pueden hacer tres cosas: quererla, sufrir o hacer literatura. Yo me sentía incapaz de esas tres formas de sentimiento.

Sabes que jamás cuento una historia de la misma manera. ¿Acaso eso significa que miento?

el mundo es como un pepino, hoy lo tienes en la mano, mañana en el culo.

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