miércoles, diciembre 07, 2005

Back in TJ

Ya de regreso en tijuanita por un par de dias, el viernes próximo tocamos en el D.F.
El último dia de estacia en Buenos Aires, tuve la oportunidad de comprar una lámpara forrada con pelo de vaca que me enamoró la vista, también compré algunos discos de música electrónica argentina de magnífica factura. Creo que en general la música electrónica argentina y su escena, está mucho más viva y con mejores propuestas que la mexicana. Por lo menos hasta el dia de hoy. Excelentes los discos de Flavius, Tammy, Gustavo Lamas y cía. Todavía me quedan varios por escuchar. En La librería La Mancha de Corrientes compré un par de libros, uno de Bachelard sobre la poética del espacio y otro con las obras poéticas completas de Oliverio Girondo. Buenas lecturas hasta donde voy. Cuando voy en avión sólo hago dos cosas, leer o dormir. No se por qué pero no me gusta escuchar música en los aviones. Me gusta leer y creo que las lecturas que más he disfrutado en mi vida las he hecho montado en un avión. Leo principalmente porque me gusta y porque creo que es una de las pocas maneras seguras de irse quitando lo pendejo. Claro que la experiencia, los viajes y la vida misma pueden ir desapendejándonos (si me permiten el término)poco a poco, pero leer, además de ser muy entretenido, es una manera poco costosa y más veloz de hacerlo.
Sigo conmovido con la muerte de Robert Moog, el inventor de sintetizador. Hace unos meses, tres antes de su muerte, en un vuelo de 14 horas entre Los Angeles y Sydney, leí de corrido el libro Analog Days escrito por Trevor Pinch y Frank Trocco. Sin duda alguna es el libro que más he disfrutado en los últimos años, y trata sobre la historia y el impacto de los sintetizadores inventados por Moog. Un libro obligado para todos aquellos que les interese la música electrónica y que quieran en verdad saber, de qué se trata todo esto y de la pasión que se puede sentir por las máquinas que generan sonidos a través de impulsos eléctricos.
El libro Analog Days continene aproximadamente 400 páginas y cuando lo terminé, mi único reclamo mental fue, por qué no tiene otras 400. Hubiera sido doblemente feliz.

Por el blog de mi buen amigo Daniel Salinas me entero que Burgués escribe de nuevo. De Burgués no sabía su identidad, hasta que hace poco me enteré y supe que era alguién con quién hace algunos años disfrutaba conversar de música y libros, un vivaz alumno (en aquel entonces) de literatura metido en el periodismo. Siempre me cayó bien y no pocas veces conversamos largas horas. Resulta que en su blog, habla sobre la sorpresa que le da el utilizar más plástico que efectivo en su nueva residencia en Texas. En México todavía es imprescindible contar con efectivo para todo y pocas cosas se pueden pagar y comprar en línea de manera confiable. Seguimos en el tercer mundo, pues.
A mi algo que me llamó la atención, más allá del uso de tarjetas de crédito en todos los lugares, cosa que los fronterizos estamos acostumbrados a ver en la sociedad gringa, que paga un par de sodas y unas papitas con la tarjeta de crédito en cualquier 7/11, fue cuando estuve en Tokio, y por las noches íbamos a unos mini-mercados tipo Oxxo. Nosotros éramos de los pocos que pagábamos con efectivo, los demás lo hacían con su celular. Sí, con el teléfono. Traen un chip en la parte posterior con los datos de su tarjeta de crédito o de débito y todo lo pagan deslizando frente al scanner su celular. Nada de efectivo, ni de firmas en papelitos, ni de múestrame una identificación. Nada.
Yo no pido tanto, tan sólo poder pagar el maldito gas en línea por medio de mi tarjeta de crédito o mi cuenta bancaria. Ayer fue como la cuarta vez que al regresar de viaje me encuentro con la grata sorpresa de que me han cortado el gas y no me puedo bañar con agua caliente. Son chingaderas! Encabronado al respecto, me vestí de nuevo (ya estaba listo para entrar a la regadera cuando me di cuenta que no tenía gas), manejé a 100 km por hora hasta la zona rio (porque la maldita compañía de gas no tiene una sucursal más cercana a Playas de Tijuana) y les dije hasta de qué se iban a morir en cuanto crucé la puerta. La encargada quería llorar, pero yo estaba demasiado alterado para dejarme conmover. Mi enojo era acumulado, pues tan sólo 15 días antes me habían cortado el gas también (no estaba yo en Tijuana) y cuando fui a pagar la cuenta y los cargos por reconexión (hijosdeputa), no me dijeron que ya venia otro cobro en unos dias, por eso ahora en poco más de dos semanas me lo volvieron a cortar y me volvieron a cobrar la reconexión (doble hijosdeputa). Al final de la escena como de telenovela venezolana y película de Tarantino, le pregunté a la llorona encargada, cómo diablos le puedo hacer para que no me volvieran a cortar el gas y ante la imposibilidad de poder pagar por internet o de que me lo descuenten cada mes automáticamente de mi cuenta bancaria o de cualquier otra forma fácil y común de pago en cualquier lugar en donde la gente coma con cubiertos y no se case con sus parientes cercanos, resulta que lo único que podía hacer era pagarles por adelantado varios meses (sin ningún descuento por supuesto) de acuerdo a mi promedio de consumo. Resulta que mi promedio de comsumo es de 323 pesos osea como 30 dlls. Les aventé 200 dlls por su maldita ventanilla de cobro y al recibir en mano mi comprobante les dije: no quiero saber de ustedes en por lo menos seis meses.
Así estan las cosas por acá...

Quisiera mejor poder estar como en esta foto que me acaban de mandar. Cobijado por una Quilmes y hablando de quiénsabequecosa. Pero parece que era algo entretenido.

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