viernes, agosto 27, 2004

Belleza que mata.





Cuando estoy trabajando una canción y me ciclo, suelo tomarme decansos de aproximadamente veinte minutos en dónde casi siempre me pongo a leer y casi siempre lecturas musicales. A veces libros, a veces revistas como Future Music, Electronic Musican, Keyboard, Sound on Sound. Ahora mismo estoy leyendo el fascinante libro, Discographies, co-escrito por Jeremy Gilbert y Ewan Pearson, que trata sobre música, cultura y las políticas del sonido, y que me está ampliando mucho el entendimiento sobre los procesos sociales y las repercusiones culturales que provoca la música. También estoy repasando un poco esas clases que Borges dió en inglés para el entendimiento de La Poesía. Arte Poética es un libro que cambió mi vida cuando lo leí por primera vez y ahora que lo repaso, entiendo bien por qué.
Hay momentos en que no quiero leer y necesito un descanso musical; regulamente me recuesto en el sillón de la sala, me quedo viendo el techo fijamente y en ese lapso de tiempo y silencio logro más filosofías que ningún Kant (como diría Pessoa) e ideo proyectos tan exóticos como inverosímiles que hasta podría dedicarme a ser "artista multidisciplinario". Cuando el cerebro se me seque de ideas musicales y no quiera trabajar realmente, quizá me convierta en "artista multidisciplinario".
Otras veces, me pongo a ver la televisión un rato para distraerme y des-cliclarme (si la Real Academia de la Lengua me lo permite). Eso hice hace media hora y descubrí a Victoria Abril en la pantalla. Tengo una debilidad natural hacia las mujeres maduras, pero lo que siento por Victoria Abril es algo que sobrepasa la razón. Desde la primera vez que la vi a mediados de los ochentas, quedé seducido, erotizado, y enigmatizado por su apariencia, su mirada, su cuerpo y esa sensualidad de mujer fatal que emana caminar.
Mataría por Victoria Abril si me lo pidiera.

El año pasado viaje un par de veces a Paris y en una de esas ocasiones tuve una entrevista en la estación Radio Nova. La cita fue al medio dia, a las doce. Llegué puntual, hablamos de nortec y de la escena de música electrónica en latinoamérica, pusimos algunas canciones y mientras me despedía de la conductora, me di cuenta que dentro de la cabina había un pizarrón blanco en dónde tenían apuntadas con plumón azul, las citas del dia.
Repasé línea por línea la lista de entrevistados, a las doce, efectivamente: Nortec Collective. Sinembargo, mi sorpresa fue que a las once decía, Victoria Abril.
Casi me desmayo de la sorpresa. En tres segundos pasé de la emoción al desasosiego, al saber que estuve tan cerca de conocerla, pero el celoso Destino no lo quiso así.
Si tan sólo hubiera llegado más temprano. Pero el hubiera nunca ha existido.

Ahora toda mi vida diré: estuve a una hora de conocer a Victoria Abril.
Y seguiré viviendo con nostalgia....

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