lunes, diciembre 30, 2002

Más que de música debemos hablar del sonido

Estuve leyendo un texto sobre un constructor de violines llamado Hanz Johanson y me hizo reflexionar sobre la parte escencial de la música, el sonido.

Según Johanson, cuando hablamos del sonido, nos referimos más bien a la sensación de sonido. Tradicionalemente hemos clasificado a los sonidos como:
musicales y no musicales. A los primeros nos referimos cuando escuchamos sonidos regulares que tienen un tono definido y que finalmente nos resultan placenteros.
Por otra parte, los sonidos no musicales, son irregulares, ásperos y con un sonido poco placentero al oido, es lo que comúnmente denominamos de manera despectiva como: ruido.
Para empezar, serán válidas estas categorias tan generalizadas sobre el sonido? No creo, pero continuemos, el sonido se compone por diversos tipos de vibraciones, estas distintivas vibraciones son emitidas por un objeto o instrumento en particular, viajan por el aire y van a dar al oído del receptor.

La naturaleza del sonido hace difícil analizarlo, porque rápidamente el análisis tiende a desviarse de la física pura, a la psicología, la estética, la fisiología y la anatomía, es una tarea complicada, porque todas éstas áreas del conocimiento se encuentran involucradas en el análisis más o menos totalizante sobre la naturaleza del sonido y su interpretación.
El hecho de que el sonido sea gobernado por las leyes del movimiento de la onda y por lo tanto está gobernado por la relación tiempo-espacio, lo relaciona con el conocimiento basado en la física de la partícula y las fronteras entre la física y la filosofía. Las cuales como ya sabemos, no son relaciones muy amigables.
Malditos filósofos que todo lo confunden y nos confunden.

Hasta aquí, podemos adivinar que, no es una temática sencilla la del Sonido (con mayúsculas), involucra variables como tono, intensidad, amplitud etc. y como se requiere del oído humano para su percepción , interpretación o lo que conocemos como "el sonido" que realmente es la sensación de sonido, pues aquí es dónde empieza el debate filosófico de si, cuando por ejemplo: un árbol cae partido por un rayo en medio del bosque, pero nadie lo escucha caer, existirá realmente el sonido de su caida o no? Otra vez, malditos filósofos!

Tanto que hablamos de música y canciones que nos remiten, en el más ligth de los casos, a situaciones y vivencias varias; o en el peor de los casos, como el mío, que pudiera recrear toda mi vida a partir de ellas, y tan poco que nos hemos detenido sobre los aspectos
teórico-científico-filosóficos de la raíz de la música misma: el sonido.
Ahora pienso que ser sordo es peor que ser impotente. Por lo menos un impotente puede disfrutar de los gemidos de la amada, aunque su miembro viril no sea precisamente el provocador de los mismos, pero el sordo ni eso. Y tampoco tendrá una canción para recordar la noche. Vaya desasosiego!

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