jueves, diciembre 05, 2002

En mayo estábamos marchando junto con otras 30 000 personas, contra la posibilidad de que la ultraderecha radical personificada por el antigalán de Le Penn (una foto vale más que mil palabras) pudiera tomar las riendas del país cuya capital es como un una mujer madura y elegante que viste de marca y usa channel no 5.
Partimos de Republique rumbo hacia la Bastille, nuestro hotel estaba cerca, entonces llegamos puntuales a la cita, al ver el como de todas las calles y avenidas brotaban cientos de cabezas con pancartas y consignas, pensé lo que cualquier mexicano *esto va a acabar en un desmadre que incluirá patadas, vidrios rotos, establecimientos robados y la policía lanzando agua a chorros y algunos gases lacrimógenos" nada más alejado de la realidad, no creo que hubiese habido, siquiera, un auto rayado, de los cientos de autos por los que pasamos enseguida. A mí ya más que el arribo de la utraderecha radical al poder, me cuestionaba sobre la posibilidad de protestar de una manera tan civilizada. Mientras un niño de 3 años en el tercer piso de un edificio de apartamentos gritaba: Abajo Le penn! (en francés, claro). Caminamos cuadras y cuadras en lo que más que una marcha era una celebración por una sociedad racional y tolerante. Nos apartamos del caudal de gente, solamente una vez, para comprar un baguete de Poulé con queso e inmediatamente nos integramos a la fiesta callejera. Enfilaban todos hacia Nation y ya empezábamos a escuchar la música techno que emanaba de las bocinas de varias camionetas transformadas en discotecas ambulantes. Arriba de una de ellas se encontraba un niño de 11 años que empuñaba su mano al ritmo de los beats de la música y todos íbamos caminando por dentro de la plaza, siguiendo la caminoneta verde donde un dj pinchaba canciones a 150 beats por minuto y todos celebrábamos la fiesta y la convocatoria por el soplo de inteligencia que todavía queda latente en el mundo.
Después de bailar, de hablar de política y de tomar un par de cervezas, nos fuimos al Barrio Latino a comer un rico asado en un restorán donde el mesero se empeñaba en enseñarme a pronunciar la palabra¨"grille" correctamente, cosa que nunca logró del todo. Mientras degustaba el fondue de aperitivo, no podía dejar de pensar en México.

eXTReMe Tracker