from tokio with love
Tokio es alucinante! Primero llegamos a Nagoya y dimos dos conciertos en el marco del festival de tecnologia y medio ambiente de nombre Aichi. Estos locos se instalaron en una area de bosque del tamanio de playas de tijuana en donde antes no habia nada y construyeron una mini ciudad artificial con telefericos, trenes, carreteras y espacios propios de una feria. Los dias en que nos presentamos alli, el aforo de la feria fue de 200 000 personas cada dia. Considerando que la feria corre desde marzo hasta finales septiembre, es simplemente increible que en un dia cualquiera metan 200 000 personas.
Aunque eso no fue lo primero que me sorprendio en japon, lo primero fue saber que el aereopuerto de Nagoya (el segundo al que llegamos) fue construido sobre una isla artificial hace 4 meses. Es extranio caminar por un lugar perfectamente diseniado, de enorme tamanio y completamente nuevo. Todo olia a nuevo: las escaleras, los elevadores, el estacionamiento, el pavimento. Bueno, hasta la tierra sobre la cual fue construido aparentaba ser de reciente hechura.
Ayer aterrizamos en el aereopuerto de Narika y ahora estamos en Tokio. Nada en el mundo te prepara para una ciudad como esta: veloz, luminosa, espectacular, sobrecogedora. Estando aca, a veces uno piensa que Tokio es mas grande que la vida misma.
Varias veces en el trayecto entre un lugar y otro, sobre todo en la carretera de alta velocidad, venia alucinando que habia muerto y que de pronto me revivieron cien anios despues para darme cuenta como es la vida ahora que ha pasado tanto tiempo.
Aca se cumplen varias de mis fascinaciones adolescentes, como esa de que la tecnologia deberia estar al servicio del hombre para el buen desarrollo de la vida moderna en perfecta armonia con la naturaleza. Eso soniaba cuando iba a la secundaria y a la prepa. Ahora ya estoy desencantado, pero en fin...
Nunca me ha seducido la comida japonesa, pero estos dias en que he comido con algunos nuevos compas nipones, he probado exoticos sabores que no sabia que existian. Eso de quitarse los zapatos al entrar a las restoranes y meterse a un hueco por debajo de la mesa, tiene su encanto. Mis tenis del 12 no cabian en los lockers japoneses para colocar zapatos. Los tuve que meter semi-doblados.
Despues de todo, la cruda comida japonesa no es tan mala como la que habia comido antes. Hasta el arroz me sabe como algo que nunca habia probado de verdad y por supuesto que por aca todo va bien con unas cervezas Kirin y un buen sake.
El sabado tenemos otro concierto en un club de Tokio y estos dias pasearemos por las calles de esta modernisima ciudad y andaremos en la zona donde venden sintetizadores, cajas de ritmos y demas artefactos de adiccion personal.
Me parece que empenare mis honorarios en dichos artilugios.
Todo es espectacular en Tokio...
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