jueves, noviembre 18, 2004

Kraftwerk en México





Leo con gusto que Kraftwerk fue recibido con "euforia" en su primera presentación en suelo mexicano, esto hubiera sido algo inimaginable en los ochentas o incluso a mediados de los noventas.
Kraftwerk es el mayor responsable de que la música electrónica exista del modo en que la conocemos. Desde principios de los 70´s, los ahora abuelos de la electrónica, le dieron forma de canción a los ruidos sintéticos y procesados. Ellos inventaron el tecno-pop.
Si tuviera que escoger dos conciertos que cambiaron mi vida, uno fue ver y escuchar en San Diego, California, cuando todavía era un niño, a un grupo llamado Depeche Mode en 1984. Ese concierto despertó mi interés por las máquinas que generan sonidos y causó en mi una gran sorpresa, al ver a un grupo que podía hacer música sin la necesidad de utilizar bateria, bajo, guitarra etc. El otro concierto, el cual vino a reafirmar mi pasión y mi apuesta absoluta por la música electrónica, fue ver a Kraftwerk en 1998 en el Palladium de Los Angeles, Califonia; después de casi veinte años sin presentarse en suelo Americano (y con Americano, me refiero a todo el continente).

PS: el único detalle de su visita en México es que mis chilangoa amigos, ya no alcanzaron a ver a Kraftwerk con su alineación original: Hutter, Schneider, Bartos, Flur. De allí en fuera, pura envidia de la buena.

Artículo del Universal:
Kraftwerk causa euforia

El cuarteto alemán reconocido como pionero de la música electrónica, se presentó por primera vez ante un público mexicano

Habacuc Frías
El Universal
Jueves 18 de noviembre de 2004


El conjunto alemán de Kraftwerk, compuesto por Ralf Hütter, Florian Schneider, Fritz Hilpert y Henning Schmitz, dejó atónito a su público luego de haber tocado por primera vez en México.

La peculiar forma de la carpa ubicada en el Hipódromo de las Américas parecía concebida específicamente para este concierto multimedia y multisensorial.

En el escenario aparecieron los cuatro alemanes de traje negro y camisa roja, entregando su concepción del hombre-máquina en "The man machine", y desde allá adelante se impuso un ritmo ovacionado por toda su fanaticada que lo mismo eran adolescentes que adultos contemporáneos.

Un rato después, el "hit" "The model" dispararía otra demostración de cómo se fue modificando la composición del público del cuarteto.

Kraftwerk, que en los 70 y 80 era más bien un secreto de entendidos, una pasión más científica que musical, es hoy, para la numerosa secta electrónica, nada menos que la banda pionera, los abuelos, los que la hicieron primero. Por eso la multitud que se dio cita en la Carpa Forma cedió ante la euforia y la celebración.

¿Sólo por eso? Claro que no. Kraftwerk tiene mucho más en su haber que la ventaja cronológica. En una tendencia que a menudo presenta artistas cubriendo de tecnología un contenido inútil, los alemanes demuestran estar siempre un paso más allá. El concepto base es el mismo, y mantiene su poder: a comienzos de los 70, Hütter y Schneider decidieron traducir el comportamiento de las maquinarias "fueran bicicletas, trenes, calculadoras o automóviles" a sonidos ordenados y con voces deformadas, pero bien matizados por melodías. Porque los padrinos del tecno pueden tener un aspecto frío y distante, y sus canciones un aura de asepsia rítmica, "The Model", "Computerworld" o "Pocket calculator", fueron otra prueba de su habilidad para cruzar mundos y no quedarse en el simple chiste tecnológico Así lo entendió la concurrencia al show , imantada al escenario por el monolítico efecto de la música de Kraftwerk y sus imágenes: así funcionó en la densa hipnosis propuesta por Autobahn y sus ciclos de autopista, pero el ejemplo más contundente fue "Trans Europe Express", que puso en escena esa fascinación por las máquinas con una contundente sincronía entre los golpes sonoros y las evoluciones de locomotoras, empalmes y recorridos ferroviarios a toda velocidad.

Suficiente para cerrar el cuerpo principal del show , aunque quedaba casi una hora de bises para seguir despeinándoles el cerebro a los acólitos.

A la hora en que la acelerada "Pocketcalculator" dejó al lugar hirviendo, y el telón se volvió a abrir para darle el protagonismo a los cyborgs de "We are the robots", no cabían más disquisiciones sobre el presente o el pasado, sino más bien un gozoso asombro ante esos cuatro hombres bien maduros que siguen representando el futuro.

Hubo otra aparición con trajes fluorescentes que simulaban un tejido de araña y recordaban en cierta forma a los personajes de Tron.

Para el final de "Musique non stop", uno de los grandes momentos de Electric Cafe , el disco que en 1986 convenció a toda una nueva generación de seguidores de los ceros y unos como modo de composición.

Final apoteósico, entonces al interpretar "EKG", "Aerodynamik" y "Music Non Stop", con los cuales terminaron sus dos horas de concierto.


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