Un disco para tenerlo en PLAY
Uno debe saber, como dicen los católicos, cuando se te aparece la virgen.
Hay discos que nos marcarán la vida por siempre; algunos por simples nostalgias personales -lo cual es maravilloso-, pero hay otros que te abren nuevos espacios y horizontes mentales, que te cambian totalmente y te hacen la vida más llevadera y hasta feliz.
Lo importante es saber reconocerlos, escucharlos, sentirlos, aprenderlos y cargarlos por siempre en el play de la memoria.
Siento una debilidad natural por la música compuesta por gente que se atreve a dar pasos que nadie había dado antes, de allí mi proclividad por la música de: Stockhausen, Kraftwerk, Ligeti, Eno, Takemitsu, Glass, Sylvian, Pink Floyd, Bowie, Tricky, Portishead, Roni Size, Piazzolla, Gilberto, Gainsbourg, Luomo, Truby, Mike Ink, el loco que firma como Señor Coconut (entre otros) y toda la música electrónica en general, que por su naturaleza o por lo menos en espíritu, debería estar en constante innovación. Lo que no evoluciona: apesta.
Aunque también es justo reconocer que dentro de la música electrónica, sobre todo en éstos tiempos en que se propaga como la humedad, hay demasiada basura que el tiempo se encargará de olvidar.
Este disco es una búsqueda por retomar y renovar, por re-orientar lo que existió y aportarle nuevas fibras. Es cuando la música de Big Band de principios del siglo XX se encuentra con los samplers, los efectos, los sintetizadores virtuales y los tratamientos de mezcla.
Un disco que marcará éste año, ésta década y las que vienen.
El disco de marras es: Mattew Herbert Big Band. Goodbye Swingtime. Accidental Records 2003.
Desde ahora estoy en deuda con éste músico y pienso que el inigualable Frank Sinatra -desde el infierno porque era un gran hijo de puta- está emocionado y con ganas de ponerle su voz a una de éstas canciones. Si tan sólo franky viviera...
PS: además el arte del disco es de una belleza depurada, así que no sólo lo bajen del Kazaa o del Soulseek. Cómprenlo.
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