recuento de viaje en menos de cien ( o mil) palabras
Ya lo había dicho antes: Paris sigue siendo una hermosa mujer cuarentona que viste ropa de marca.
Caminé en dos semanas mucho más de lo que camino todo un año en Tijuana.
Recorrí muchas calles y muchas caras. Tomé casi todas las líneas del metro, hacia casi todas las posibles direcciones. Tantas, que ahora ya puedo decir que me muevo por Paris con relajada seguridad y tino. Excepto por una sola vez que tomé el metro correcto pero en dirección contraria, las otras trescientas veces (o algo así) siempre supe qué línea tomar, en qué estación transbordar y hacia qué dirección me dirigía.
De Paris me quedo con sus mujeres hermosas, con toda su historia, con su singular lengua musical y con un público que nos trató con cariño desmedido. Alguna reportera hasta nos llegó a preguntar que si había algún grupo o músico francés que admiráramos. Como si Gainsburg, Air, Daft Punk, Jean Michel Jarré y hasta la misma Carla Bruni, no fueran parte del latido de nuestros corazones.
De Paris también me quedo con sus calles y sus brasseries, esos establecimientos con los que te tropiezas tres en cada cuadra y dónde puedes pedir una cerveza e instalarte sobre la banqueta a platicar o leer, mientras ves pasar decenas de pares de largas piernas parisinas, en su mayoría, simétricas poesías renacentistas de piel blanca y bien torneada.
Montparnasse, Les Halles, Le Marais, République, Bastille, Oberkampf, Faubourg Saint-Antoine, Pigalle, Montmatre, Aix, Geoge Pompidou, Arts et Métiers, Café Latina, Batofar, Favela Chic, Instituto de México. Brasserie Temp d´Or, Tattoria Gran Sasso, y por supuesto, la torre Eiffel, son los nombres de calles y lugares en los que mis zapatos transitaban, mi vista se recreaba y mi cuerpo entero se emocionaba.
Caundo estuvimos en la estación de radio Nova me di cuenta al leer el pizarrón en dónde programaban las citas del día, que justo antes de nuestra entrevista del mediodía, estuvo allí mismo Victoria Abril y aunque no soy un cinéfilo apasionado, siempre he tenido un secreto amor y un ardiente deseo por la actriz española.
Si hubiera llegado quince minutos antes, seguramente la hubiera conocido y seguramente la sorpresa me hubiera congelado en ese mismo instante. Son de esas situaciones sorpresivas en que la emoción y la admiración hacen que el tiempo se mueva en cámara lenta y uno mismo se observa desde fuera con cara de perfecto idiota.
Maldigo esos quince minutos que no me levanté más temprano y que me guillotinaron el placer de conocer a esa sofisticada curentona que ahora que lo pienso, es mucho como Paris.
No pudimos dejar de pasar la oportunidad de visitar tiendas de instrumentos electrónicos, nosotros los audiófilos coleccionistas, siempre albergamos en nuestro corazón la esperanza de encontrar algún sintetizador clásico o una caja de ritmos vintage a un precio ridículamente barato. Esa oferta única que nadie supo valorar y que nosotros encontramos como quién encuentra el tesoro perdido de Moctezuma. Con ésta esperanza nos enfilamos hacia Pigalle, ese singular lugar en dónde las tiendas de sintes se entremezclan con las putas. Una combinación explosiva esa de sintetizadores y prostitutas.
Ahora regreso con la firme idea futura de abrir la primer tienda de sintetizadores, samplers y cajas de ritmos en Tijuana, justo en la calle Coahuila.
Uno de esos días, decidimos viajar hacia Versalles, ese orgasmo arquitectónco de Luis XIV que es una de las más grandes fantasías (animadas) que mis ojos han visto. No puedo decir más sobre Versalles, porque es simple y deliciosamente: inefable.
Alice Lagny, Erick Dufoe, Marie Audigier, Danny "favela chic", Jerome "favela dj", Jean-My, Joss Danjean, YaminaC4 y la hermosa Rosane "favela chic 2". son algunos de los nombres que me traigo de regreso, más otros dos que no recuerdo, pero que pertenecen a dos exiliados argentinos que me encontré una noche mientras caminaba por République y con los cuales platiqué de Piazzolla, de Marconi, de Pugliesse, de Anibal Troilio, en fin, de los aires del bandoneón y hasta de Borges y Cortázar. A esos dos viejos que no se cansaron de pagar mis cervezas y de escucharme emocionado ante la Argentina de sus recuerdos, también me los guardo en la memoria, como se guarda un tango.
Camino al Instituto de México en Paris, existe una tienda de discos de vinilos usados en la rue de Filles-du-Calvarie, cerca del metro del mismo nombre. Allí, me encontré con la versión en vinilo de uno de mis discos favoritos de Piazzolla: Sur. Un disco hecho exprofeso para una película franco-argentina del mismo nombre.
Me emocionó mucho saberme poseedor fetichista-melómano de dicho acetato, del cual desconocía su existencia en dicho formato.
Ahora escucho "vuelvo al sur" y "naranjo en flor" con esa calidez sonora que sólo un disco de vinilo puede ofrecer. Cosa que los cd´s y cualquier otros formato digital nunca podrán emular.
La envidia de un formato digital, siempre será la cálida saturación analógica.
Después de Paris viajamos a una presentación en Londres. Un concierto en el club Cargo nos esperaba. Asistieron unos 500 ingleseses y como 5 mexicanos que por una hora se imaginaron Tijuanenses.
El sonido fue soberbio, la gente espectacular y las ganas de volver, muchas.
Varios aviones, los cuales estuve a punto de perder, nos esperaban puntuales para nuestro regreso al siguiente día, por lo que el consumo de alcohol esa noche fue muy limitado por desgracia.
El regreso fue lo único estresante del memorable viaje, varias veces a punto de perder el avión y varias carreras por los pasillos del aereopuerto y las salas de registro y espera, fueron la constante. Llegué de milagro. Desafortunadamente, Pepe Mogt compañero de viajes y batallas musicales, perdió la conección en Houston y tuvo que aguardar el siguiente avión de regreso a San Diego.
Excepto por la odisea del retorno, todo fue maravilloso y comprobé , una vez más, que La Belleza, tiene apellido francés. Estuve a punto de abandonar mi firme convicción atea y convertirme en católico o cristiano, sólo para poder reclamarle a alguién por la desigualdad numérica de mujeres bellas entre mis norteñas calles y las históricas calles parisinas.
Ahora mi espalda contiene y retiene todo el estrés del retorno de Paris, pero bien vale la pena este dolor, mis ojos están llenos de una abultada dosis de imágenes hermosas...
<< Home