viernes, julio 18, 2003

Qué curioso

Ahora resulta que todo el mundo era fan de Celia Cruz y de Compay Segundo. El 99% de la gente que conozco, descubrió por primera vez un par de canciones de Compay Segundo (un músico cubano de 90 años en aquel entonces) hasta 1997 cuando Ry Cooder sacó el Buena Vista Social Club, y de mis conocidos, sólo mi venezolano amigo Julio Montenegro es el que solía comprar y escuchar discos e ir a conciertos de Celia Cruz.
Yo tuve muchas oportunidades de verla en concierto tanto en San Diego como en Los Angeles, pero la verdad nunca lo hice. Me gustan algunas de sus canciones, creo que tenía una muy buena voz, pero en verdad no era yo fan de Celia Cruz como para irla a ver en concierto.
De la Salsa que la aprendí a apreciar en largas sesiones de vino tinto y atardeceres en la casa de Julio y Mati, me quedo con la época primera de La Fania Records - en donde por cierto participó Celia-, pero sobre todo me quedo con la música de Hector Lavoe, una especie de Jim Morrison de la Salsa, pero más real y menos pretencioso. En sus filas desfilaron el gran Willie Colón y su orquesta, Johnny Pacheco y también el engreído y petulante Rubén Blades, entre otros.
La Fania All Stars, lograron magistralmente la época más interesante de la salsa. Una mezcla musical atrevida, novedosa y desafiante. Cuando la música deja de tener éstas características, deja de interesarme.

Siempre es una tristeza que se muera un músico, pero tampoco hay que fingir falsos sentimientos y pleitesías cuando nunca o casi nunca pusimos sus canciones, cuando nunca o casi nunca compramos sus discos y cuando nunca o casi nunca, fuimos a sus conciertos.
Para sentir realmente la muerte de algún músico, tenemos que tener su música como parte del soundtrack de nuestras vidas, sino, todo es una hipócrita pose mediática.

A todos los que cantan sus canciones por la vida, y los que se acompañan a cada rato con su voz: mi respeto.
A los que no recuerdan el nombre de tres de sus canciones, los que nunca compraron sus discos y que ahora se sienten muy acongojados: apaguen el televisor, que les está haciendo daño..

Una mañana de mayo de 1986 me prestaron el disco Still de Joy Division (el oscuro antecesor de New Order) y ya que no cabía en mí la fascinación por este album, me informaron que Ian Curtis , el cantante , se había suicidado de 23, seis años antes y por eso la banda ya no existía más. Ese día sufrí como en Love Will Tear Us Apart (again), la única canción que había escuchado de ellos antes de Still y que me ha dejado marcado por siempre.

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