martes, octubre 11, 2005

estamos en Buenos Aires.

Efectivamente era como me lo esperaba: la ciudad latinoamericana más europea que he visto. Anchas avenidas, una cultura musical de amplia variedad y buena factura y por supuesto, mujeres hermosas en cada cuadra. Caminar es una placentera aventura visual en cualquier lugar de Buenos Aires y comer es un festín digno de reyes.
Los precios son todavía muy baratos. Tanto que hasta el D.F. parece caro en comparación. Plaza Serrano en Palermo es una parada obligatoria.
Mañana tocamos en el club Niceto, que según me dicen está buenísimo. Ayer tocamos en el Pepsi Fest a las 5 de la tarde, después de un desfile de grupos de rock locales y antes del grupo que cerraba el evento: unos rockeros llamados Babasónicos. Como era de esperarse eso fue un desastre. Tocar de dia y abriéndole a un grupo de rock (los cuales salieron vestidos de jockeys al escenario), definitivamente no fue una muy buena idea de los organizadores. Creo que al final, los chicos rockeros argentinos aplaudieron porque dejamos de tocar, no porque les haya gustado lo que tocamos. Fueron 45 largos minutos para Nortec y creo que también para esos chicos de onda: ¡queremos rock argentino!.
Ni modo, no siempre se puede. Pa la otra que nos inviten, vendremos disfrazados de algo exótico y cantaremos canciones que incluyan la palabra "vos".

En la presentación del Knitting Factory en Hollywood nos fue de maravilla. Un espacio exquisito en el que tenía ganas de volver a tocar.

Aca les dejo una reseña aparecida en el L.A. Times hace un par de dias.
Ya veremos cómo nos va en el Niceto 69. Tenemos que sacarnos la espinita en Buenos Aires.

Nortec sets the moods that dazzle


By Ernesto Lechner, Special to The Times

Four years ago, the Tijuana-based Nortec Collective revolutionized Latin music with a daring new sound that merged electronica with exotic samples lifted from traditional Mexican genres such as banda and norteño.

The big question before Nortec's concert Friday at the Knitting Factory was whether the collective (now pared from seven to five) could still sound vital and exciting even though its innovations have become an accepted part of the Latin alternative spectrum.

The answer: a resounding yes.

From the moment the group (augmented by a live guitarist) stepped on stage, it generated a variety of dazzling moods, all relating to the concept of Tijuana as a mysterious border town where so many cultures collide.

Some of the music, which comes chiefly from synthesizers and computers, evoked the inviting darkness of a film noir through its muted trumpets and sharp drum and bass. Other tracks were more joyful, seeped in Nortec's trademark accordion licks and bizarre sound effects.
There's such a goofy, good-natured quality to most of this stuff that it's hard not to smile when you're dancing to it.

The key to Nortec's renewed vitality lies in its decision to record its latest album, "Tijuana Sessions Vol. 3," with several live musicians.

Visually, Friday's show was all about watching a bunch of guys fiddling with their laptops and synthesizers while Tijuana-inspired imagery was projected on a screen behind them.

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