lunes, febrero 24, 2003

Dos blogs

Dentro de los blogs que he estado leyendo últimamente, dos de gente que no conozco, se han convertido en un ritual matutino:

Carlos por error (http://www.carlosxerror.blogspot.com) este blog, aunque no es constante en sus post (lo cual es un defecto grande para un compulsivo como yo) creo que es de una sinceridad y un arrebato sin igual. Lo leo como si leyera una novela de Ray Loriga con toda esa adrenalina de la vida post-postmoderna y su vorágine de sexo, drogas y no remordimientos. Coca, sexo homo-hetero sexual, engaños, pintas de clase y viajes al extranjero son parte de este licuado verbal. Reflexionar sobre el día de hoy es lo que apetece, el mañana, da igual. Carlos es un punk de clase alta. Carlos es un personaje de novela, de una novela de no-ficción. Un delicioso delirio de inconciencia.
Qué por qué tanto crédito a Ray Loriga cuando en su tiempo lo critiqué sin cesar. No sé. Será la nostalgia.
Aunque me quedo, hoy como antes, con Lofránida de Jorge Garcia Robles como monumento a este género post adolescente del todo va mal y a mi nadie me entiende porque soy bien diferente y bien radical. Donde las citas y las referencias no son de Octavio Paz, ni de Borges, sino de Lou Reed y de la Velvet Underground (así lo escriben los españoles)

Eterno Retorno: (http://www.cunadeporqueria.blogspot.com) este blog lo empecé a leer hace unas semanas y le dí un repaso completo a sus archivos, me sorprendió de entrada su constancia (excepto sábados y domingos), pero me sorprendió más su proclividad a la crítica puntual de algunos temas recurrentes como: la literatura, la vida laboral, las formalidades sociales, la falta de aprecio al fútbol (felicidad para mí, tragedia para él) por estas norteñas tierras. Como en una especie de Striptease verbal, se saca la "tarjeta roja" y le raya la madre al público, pero mientras sale expulsado, grita y cuenta algunas de sus cándidas pasiones como : la música, el vino tinto y los libros .
Hasta aquí, podría pensarse que el blog de marras me gusta porque compartimos, excepto el futbol, las mismas afinidades, pero esto no solo es impreciso, sino totalmente falso.
Daniel (el autor del blog) se ha confesado admirador apasionado de ese género musical que llaman Heavy Metal el cual yo desprecio con pasión, y por contraparte ha declarado repetidas veces que odia con fervor a la música electrónica, con mención honorifica a Nortec.
En cuanto a vinos tintos se refiere, uno de mis delirios más arraigados, como los tánicos e intensos de un buen Cabernet, él gusta del Gato Negro y del Nebbiolo (supongo que el de Cetto), dos de los tintos que sólo bebo cuando no hay otro a escoger y que siempre quedo con esa sensación de insatisfación de que tanto en Chile como en Baja California hay mejores cepas y mejores marcas. Y no necesariamente más caras.
Por estas y otras razones, pensé que si algún día me encontrara con el escribidor de dicho blog, sólo podriamos hablar de algunos cuantos libros y que al pasar al resto de los temas que nos apasionan, nuestras palabras nunca atravesarían los muros distantes de los gustos del otro. Ahora leo que además del Heavy Metal, le gusta , sin ser un gran conocedor (así lo reconoce) El Tango. Uno de los géneros musicales sin los cuales no entendería mi propia vida, ni mi pasión por las letras de extasiados sentimientos y desencantos. Hoy confiesa también, que le gusta Charlie García, del cual me he dedicado a coleccionar la mayoría de sus discos, sobre todo los de su primera época, cuando era un brillante y lúcido compositor. Ahora sólo es brillante para dar declaraciones de prensa, su música es de esa ya fue, pero que no importa, porque eso es más que suficiente.
Siempre es sorprendente encontrar coincidencias donde parecía no haberlas.
Me pregunto si le gustará también Spinetta?

Este blog me gusta, antes y después de haber descubierto estas afinidades, porque antes que la música, que el futbol, que el vino tinto y que la literatura, está la vida. Y esta vida relatada es intensa y eso , no es poca cosa. La escritura o la vida diría Jorge Semprún: La Vida.

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